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Conocé a las científicas argentinas que desarrollan piel sintética para no testear en animales

Científicas del Conicet trabajan e innovan con pieles sintéticas para no testear en seres vivos y trabajar en pos de un futuro más sensible y ético.

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Históricamente, animales como ratas, conejos y otros seres vivos fueron utilizados en laboratorios para realizar pruebas y experimentos que ayuden a comprender mejor enfermedades, probar medicamentos y garantizar la seguridad de los productos.
Cosméticos, alimentos, productos de limpieza y sobre todo medicamentos son testeados para evitar daños en los seres humanos, pero ¿a cualquier precio?

Este interrogante fue el que se hizo María Laura Gutierrez, bióloga de formación e investigadora del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) en cierto punto de su carrera patra ser cruelty free.
En 2012 ganó el financiamiento del Ministerio de Ciencia para conformar una plataforma tecnológica destinada a apoyar a la industria con pruebas preclínicas en animales de laboratorio: EBAL. No imaginaba que iba a romper paradigmas enteros.
Podría decirse que todo comienza porque literalmente “algo“ en el cuerpo le decía a la experta que los métodos para probar gotitas para los ojos en conejos para ver si sufrían irritación no eran los mejores. Su cuerpo empezó a manifestarlo con broncoespasmos, alergia a los roedores y esta información que le traía su propio organismo hizo síntesis con la que obtenía de los viajes internacionales de formación académica.

Había viajado a Canadá para un perfeccionamiento y estuvo en contacto con culturas académicas que ya trabajaban con otra conciencia y otros métodos. El camino al futuro de su profesión no era seguir haciendo las cosas tal cual estaban. Y se decidió a entrar en acción, hacerse cargo de su poder personal y de su lugar como científica para transformar la realidad.

Dos eventos lo precipitaron. El primero, el equipo científico recibió una solicitud para realizar pruebas de alergenicidad de tatuajes de henna que venían como incentivo de marketing de un pack de papas fritas. Y más allá de que el comité de ética interno del grupo de soluciones preclínicas para la industria y la academia, rechazó el trabajo, otros laboratorios lo harían. Esto estaba ocurriendo en el mercado.

Probar en animales con ese objetivo no parecía igual que testear medicamentos oncológicos. El fin no justificaba los medios. “Una cosa era hacer un ensayo de seguridad de una droga destinada a un fin terapéutico para la salud humana y otra distinta, ésto. Hay que pensar cómo salir del circuito en el que la prueba en animales es la primera opción para pasar a que sea una excepción, cuando no hay alternativa“, pensó la investigadora.

El segundo hito fue que en 2013 la Unión Europea prohibió las pruebas de productos cosméticos en animales. Es decir, esto era posible. Incluso cuando el tamaño de los procesos requiere reemplazar casi toda la metodología.
El equipo mantenía la mirada sobre la legislación europea y las acciones internacionales que se veían respaldadas por los excelentes resultados que se obtenían de manera internacional y regional.

En 2015 se presentó una propuesta para crear un laboratorio de métodos alternativos dentro del proyecto y al ponerse en marcha, adoptaron metodologías validadas en Europa, además de investigar nuevos métodos que reemplazan el uso de animales. Por primera vez en Argentina se exploraron métodos alternativos, con un equipo encabezado por Gutiérrez. Así nace el laboratorio de Métodos Alternativos. Con esta iniciativa funcionando, la región parecía avanzar hacia un punto en común, con Brasil a la cabeza, proveedor de una de las novedades más prometedoras con las que se había cruzado la investigadora hasta allí: la piel sintética producida en laboratorios L’Oréal.
El gigante global de cosmética, como compañía pionera en el área, desarrolló su propio modelo de piel sintética llamado EpiSkin. Se trata de un modelo tridimensional de piel humana reconstruida en laboratorio. El tejido compuesto por células humanas cultivadas en un ambiente controlado imita las características de la piel real.

El modelo de piel sintética fue diseñado para reproducir con mucha exactitud las distintas capas de la epidermis humana, por lo cual permite hacer pruebas de seguridad de productos cosméticos y también médicos, de forma precisa y confiable. EpiSkin fue validado y aceptado por la comunidad científica en general y en Brasil, en Río de Janeiro, se encuentra una planta que lo produce y lo distribuye a toda la región.
Pero más allá de la discusión acerca de si existe o no un uso ético de animales en los laboratorios, “la eficacia de estos métodos alternativos es superior, más fiable“, defiende la investigadora. Los resultados son más sólidos y confiables por ser un proceso más controlado y riguroso. El testeo en animales es subjetivo al operador. Es una cuestión de seguridad de los datos reportados y por eso es mejor para la industria, además de ser mejor para los animales“.

“Estamos trabajando en soluciones para emular incluso la ingesta de fármacos por un ser vivo, que aunque es más complejo, falta poco para que sea una realidad de laboratorio en todos los casos. Es más, el año pasado, la FDA (Food and Drug Administration, que regula la aprobación de medicamentos en Estados Unidos) publicó una nueva disposición que acepta la evidencia de seguridad de los fármacos sin el uso de animales“.

Entre avances y retrocesos, el hito de la piel sintética y del laboratorio que funciona en Argentina no solamente testeando con ella y borrando de un plumazo las cantidades de animales para testeo en laboratorios hasta un 90% menos, sino también produciendo innovación y explorando métodos alternativos, hay fe de que el futuro sea más ético, empático, seguro y sostenible.

Fuente: Perfil

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